martes, 19 de noviembre de 2013

La muerte de un joven a manos de policías causó la ira de un pueblo


Rodrigo Soberanes
A Guadalupe Vergara Laurianis le avisaron que su hijo estaba detenido y en la comandancia le dijeron que lo habían tenido que llevar al hospital. Cuando llegó ahí, una turba rompía los vidrios del centro de salud, la sangre manchaba las banquetas y su hijo estaba muerto en la batea de la patrulla.

"Llegamos al hospital y había mucha gente rompiendo los cristales del hospital y a mi hijo lo tenían tirado en la camioneta. La gente le hablaba pero los del hospital dicen que cuando lo llevaron, ya iba muerto", contó la madre con una mano puesta en el ataúd de su hijo de 21 años.

La víctima es Alexander Santos Vergara, casado, padre de un niño de un año y cinco meses y con oficio de albañil. Fue detenido por tres policías municipales durante la "fidelada" -suelta de vaquillas que instituyó el ex gobernador Fidel Herrera- y muerto a golpes por los "guardianes del orden".

"Me dijeron que lo metieron a la camioneta y que lo iban pateando. Fui a la comandancia a preguntar: `¿no me trajeron a un muchacho de una playera blanca?´", contó la mamá de Alexander.

"Me dijeron que sí pero lo acaban de llevar al hospital, les pregunté `por qué´? y ya no me quisieron decir", siguió con su relato.


La patrulla donde lo transportaron, primero vivo, después herido grave y al final muerto, fue incendiada por la turba enardecida que exigía la detención de los tres policías responsables del asesinato en medio de disparos y lanzamiento de gas lacrimógeno por parte de policías estatales.

Los fierros calcinados del vehículo seguían en la calle durante el medio día de este lunes feriado y a la vista de los transeúntes que se detenían unos minutos a observar la resaca de la noche triste del domingo 17 en Tlacotalpan, donde la fiesta se había instalado en las calles y en las casas hasta que llegó la barbarie.

"Cuando se corrió la voz, todos nos fuimos a nuestras casas", contó una lugareña a este diario.

El gobierno del estado informó en un comunicado que detuvo a los tres policías, que fueron señalados por testigos de los hechos y que la Procuraduría General de Justicia los investiga bajo la causa COSVER/995/2013 por el homicidio de Alexander Santos.

"Los elementos municipales fueron puestos a disposición del Ministerio Público, quienes fueron identificados por testigos como los agresores del joven. Los hechos ocurrieron este domingo por la noche en la cabecera municipal", dice el parte oficial.

A unas 10 cuadras de los vidrios, la sangre regada y la patrulla calcinada, sobre la calle Bernardino Aguirre, decenas de personas estaban estaban sentadas en la calle tomando café frente a la fachada de una pequeña casa con una tiendita de abarrotes.

Tres mujeres flanqueaban el ataúd de Alexander cuya compuerta dejaba asomar un rostro joven y amoratado. Guadalupe Vergara Laurianis (mamá), Elba Laurianis García (abuela) y Guadalupe Melisa Fuentes Guillén (esposa) recibían las condolencias de los vecinos.

Alexander Santos Fuentes, "el bebecito", pedía con insistencia los brazos de su madre, quien contó parte de lo que vio la noche anterior:

"Hubo disparos. La gente que estaba ahí decía que detuvieran a los policías que había hecho eso y como ellos no quisieron, la gente se empezó a ir sobre los policías y ya los del estado empezaron a disparar.

La patrulla la iban a voltear con él adentro todavía y lo tuvimos que quitar. El hospital estaba cerrado, no querían abrir. Dicen que sí salió un doctor pero dijo que ya estaba muerto".

Los mismos vecinos que incendiaron la camioneta, que rompieron las puertas del hospital en busca de atención médica y trataron de retener a los policías implicados, cooperaron para los gastos funerarios y este martes acompañarán a la familia a sepultar a Alexander Santos Vergara al Panteón Municipal de Tlacotalpan.

1 comentario:

PacoPF dijo...

Rodrigo, ¿leyó mi mensaje por facebook? Un abrazo.