martes, 20 de mayo de 2014

Un asalto a su aldea, exilio hacia México, viajes en tren...y volvió sin piernas


 
Rodrigo Soberanes /@rodsantin

Progreso, Honduras.- La aldea El Filón quedó cercada por delincuentes armados que llegaron con un camión para llevarse todo el ganado. Nadie pudo entrar ni salir hasta que terminó el saqueo.

José Jeremías Hernández se quedó sin su patrimonio principal, que eran tres vacas. Como no pudo asimilar el atraco ni reponerse económicamente, se convirtió en migrante.

Hoy le faltan dos piernas. Las perdió cuando se cayó del tren, en México.

Ahora vive de nuevo en su aldea de tres mil habitantes, en las montañas de Yoro, uno de los estados más violentos de Honduras y con mayor nivel de expulsión de migrantes hacia el norte del continente.

El día fatídico fue el 25 de marzo de 2006, recuerda don Jeremías, un hombre que es uno de los extraños casos de personas que sobreviven de manera independiente como agricultor y ganadero.

"Por la delincuencia decidí irme del país. Hay grupos armados. Ahí en la comunidad entró un camión con gente armada y llenaron el camión de ganado. Se llevaron 18 animales, míos se llevaron tres.

Yo estaba fuera de la aldea, tenían las entradas tapadas, no dejaban entrar carros ni nada", relató don Jeremías Hernández.

-¿Se acuerda usted del momento en que decidió irse?, se le preguntó

"Si, fue así de repente por la delincuencia. Había ahorrado un dinero de mis cosechas, había comprado unas vaquitas y me las robaron, entonces ahí fue cuando yo me desesperé y me a decidí a huir una temporada".

Así, se aventó a la corriente migratoria que comienza en Progreso, capital de Yoro, y llegó a San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras. Ahí tomó el famoso bus de las 12 de la madrugada que va hacia Agua Caliente -que es la frontera con Guatemala- con pura gente que dejará el país.

Sintió miedo por ver a la "gente maldosa" que ronda esa inhóspita frontera y, para su alivio, cruzó sin contratiempo y tomó otro bus en Esquipulas rumbo a la Ciudad de Guatemala.

Se enfiló a la frontera de El Ceibo, donde hay un gran tianguis en medio de la selva, junto a las oficinas de Migración mexicanas y un tramo carretero por delante de 40 kilómetros antes de llegar a Tenosique, Tabasco, la primer ciudad del país.

En Tenosique se le acabó la oportunidad de subirse a autobuses. Era de mañana,  esperó hasta la tarde la partida del primer tren de carga. Y luego:

"No sé lo que pasó pero la cosa es que no le tuve miedo al tren y me sentía seguro de que lo agarraba. Cuando quise agarrarlo puse las dos manos en la escalera y con el aire me zafé y caí.

(Ya en el piso, con las piernas arrancadas) me jalé para que no me jalara el aire a en medio de la vía porque si no, quedaría deshecho".

Don Jeremías relata que no perdió el conocimiento nunca pero tampoco estaba consciente de lo que le había pasado. "No vi para abajo, el mismo dolor no me dejó, y Dios (…)  Al otro día ya desperté mocho".

Su objetivo era quedarse en México una temporada para recuperar los ahorros que le robaron y después volver a su aldea con sus cuatro hijos y su esposa y rehacer su patrimonio.

En lugar de eso, volvió amputado de las dos piernas.

Pasó cinco meses en hospitales de Tabasco hasta que quedó apto físicamente para su retorno a casa. Un día salió de madrugada desde Tapachula y después, de nuevo, pasó por Agua Caliente. Ahora con una prótesis en cada pierna.

Llegó a su aldea con sus cuatro hijos. Hace siete años todos eran unos niños pequeños. Ahora necesitan ir a la escuela a Progreso pero no hay dinero para eso, pues don Jeremías ya no cultiva frijol, maíz ni café, como antes. Tampoco tiene vacas.

"Ahorita tenemos una pulpería (tienda de productos básicos). Ganado ya no porque cuesta más. Es la idea pero ahorita vamos a ver porque en este país cuesta que lo apoyen a uno, tanto el gobierno municipal como el nacional".

Cuenta que está agradecido con México porque la sangre que lleva se la metieron al cuerpo en Tabasco cuando le salvaron la vida con transfusiones después de que lo mutiló el tren. "Llegó un amigo que me regaló las prótesis y con eso me sentía yo feliz", dice don Jeremías.


lunes, 5 de mayo de 2014

Soledad Atzompa, el pueblo indígena que se defiende solo



Rodrigo Soberanes

El "grupo de autodefensa" de Soledad Atzompa -en la sierra central de Veracruz- se presentó con autoridades de la Marina-Armada de México y de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) este domingo al medio día y juntos realizaron un recorrido por las comunidades de ese municipio.

Un convoy de cuatro unidades -dos de la Marina y dos de la SSP- arribó al medio día a la comunidad de Atzompa de ese municipio para conocer el la situación de inseguridad que se vive en esa región de la sierra central de Veracruz.

El alcalde Bonifacio Aguilar Landa platicó con los mandos de ambas instituciones y después envió a elementos de la Policía Municipal con integrantes de la "policía auxiliar" -quienes recalcaron que son un "grupo de autodefensa"- a realizar el recorrido.

El juez comunitario, Avelino Rafael Hernández, enfatizó en entrevista con medios de comunicación que los ciudadanos en tareas de seguridad se asumen como "un grupo de autodefensa" pedido por los habitantes de Soledad Atzompa.

"Es una autodefensa, no son policías, somos un grupo de autodefensa. El ayuntamiento tiene seis elementos y no pueden encargarse de todo el municipio porque es muy grande".

El pasado domingo, el alcalde Bonifacio Aguilar Landa dio a conocer en Veracruz la nueva organización ciudadana instituida en Soledad Atzompa, causando revuelo entre los medios de comunicación de Veracruz.

"Están enterados los ministerios públicos y los diputados de la zona. No voy a esperar a que sigan desapareciendo a más gente de mi municipio. Ya tenemos autodefensas, definitivamente", afirmó el presidente municipal.

También informó que las agencias del Ministerio Público de su región están enteradas de esa iniciativa. Los voluntarios que participan en el grupo no tienen armas de alto poder, solo algunos rifles "caseros".

El convoy fue guiado durante casi tres horas por la patrulla del municipio con cuatro civiles abordo que son integrantes del nuevo grupo de seguridad, que entró en funciones con la llegada de la actual administración municipal.

Los policías auxiliares le explicaron a los mandos de la Marina y la SSP cuáles son los puntos donde han colocado de manera intermitente sus puntos de revisión donde detienen sobre todo a vehículos foráneos.

En tanto, elementos de esas corporaciones iban tomando fotos y anotando la información que les daban en cada uno de los lugares, que eran generalmente cruces de caminos que comunican a varias comunidades.

En la comunidad de Tepaxapa, los mandos de la Policía Estatal encontraron a decenas de jornaleros que se acercaron a ellos para conocer el motivo de su presencia y expresarles sus inquietudes.

Una de sus preocupaciones es la presencia de autos de otros estados que -aseguran- son de supuestos delincuentes "que se vienen a esconder".

Un mando de la SSP los escuchó y dijo: "estamos aquí para apoyarlos, señores. Respetamos la política de la región, no vamos a tener problema alguno siempre y cuando todo sea bajo el régimen de la ley".

Desde un punto de revisión cercano a la comunidad de Atzompa, al rededor de las 18:00 horas, Hernández explicó que la entrada de vehículos ajenos a su municipio ha aumentado coincidiendo con el alza de delitos.

Mientras, los guardianes comunitarios encapuchados le hacían el alto a los vehículos con placas de otros estados y revisaba si traían armas o droga y les hacían algunas preguntas sobre el motivo de su presencia en el municipio.

Hernández detalló que "la gota que derramó el vaso" fue la desaparición hace dos meses del taxista José López, quien fuera candidato a la alcaldía de Soledad Atzompa por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hace cuatro años.

"Era un buen hombre. Solo encontraron su taxi pero de él ya no se sabe nada", comentó uno de los "policías auxiliares".