lunes, 9 de febrero de 2009

La mala suerte de encontrar un tesoro

R. Soberanes

Bautizaron al tesoro como "Las Joyas del Pescador" y al autor del hallazgo lo metieron a la cárcel dos veces, la primera por "despojo a la nación" y la segunda no se sabe, aunque sí hay versiones de ello. El Baluarte de Santiago del Puerto de Veracruz alberga una maravillosa exposición de 42 piezas de oro prehispánicas y la Playa Norte alberga la palapa donde trabaja para sobrevivir con dificultades el pescador sin joyas, el que encontró las piezas, Raúl Hurtado.

Entre las decenas de palapas de la Playa Norte a la que llegan bañistas que estacionan sus coches, camionetas y trailers junto al mar y que ofrece un paisaje diferente al del Puerto de Veracruz comercial, se encuentra el negocio del famoso pescador, el que en 1976 encontró unas joyas prehispánicas en el fondo del mar mientras buceaba para capturar pulpos.

El Pescador se dedica a la pesca de pulpos desde pequeño "sin utilizar oxígeno artificial", aclara la esposa de Raúl Hurtado, doña Magdalena Aguilar. Fue así, buceando, como encontró las joyas, un suceso que atrajo al gobierno y le dio a la familia Hurtado una vida con algunas penurias, incluyendo dos estancias en prisión y el coraje de vivir con dificultades económicas aún cuando tuvieron en sus manos nada menos que un tesoro prehispánico, hallazgo que las autoridades exhiben sin hacerlos partícipes de los beneficios que se obtienen.

Miguel Campoamor, “el campechano” tiene 57 años y también ha sido pescador de toda la vida, él es conocido de Raúl Hurtado y vivió de cerca la experiencia del hallazgo. Según recuerda, cuando apareció el tesoro, éste era más extenso del que se exhibe en el Baluarte de Santiago, incluso, recuerda una escena de los hijos de don Raúl jugando a los coches con lingotes de oro.

“Los niños jugaban con ellos, los amarraban y los arrastraban ahí en el patio pensando que era cobre, porque el oro cuando está en el mar queda rojizo, por la calidad pura, 24 (quilates) que era lo más puro”.

El campechano supone que los lingotes, “bastantes, unos 10 o 12”, fueron a dar con el joyero que hizo el trato con Raúl Huerta para fundir las piezas y venderlas (quien también estuvo preso) en su precio en oro, pero ese no es un hecho fehaciente pues también señaló que en aquellos tiempos las autoridades policiales eran comandadas por un personaje de dudosa calidad moral, y mas tratándose de un tesoro. “En ese tiempo el jefe policiaco era el comandante Donato Mesa, ese era corrupto, a él lo mataron, balaceado”.

Y sobre las joyas, que “jura” no haber visto jamás, dijo: “Las pocas que existen son las que están ahí en el Baluarte, no apareció gran cosa de las alhajas. De los lingotes no sé lo que pasó porque en aquellos tiempos, con los jefes policiacos que estaban no se sabe”.

Si desapareció parte del tesoro de uno forma u otra, lo cierto es que los únicos que lo pagaron son el autor del hallazgo y el joyero. Por lo pronto, Raúl Huerta vive cerca de la Playa Norte, donde también tiene una palapa que atiende su esposa Magdalena rodeada de hijos (siete) y varios niños. El nombre del negocio es “las Joyas del Pescador”.

Doña Magdalena se encontraba atendiendo la poca clientela que había y a ratos miraba el partido de futbol playero donde participaba uno de sus hijos, también pescador, también buzo. A ella no le da pesar hablar sobre el tesoro que tuvo su familia hace mas de 30 años, pero advierte que a su marido sí, por ciertas informaciones que fueron publicadas en la televisión sobre el tema en donde “dijeron cosas que no eran”. El pescador estaba trabajando en el mar en ese momento, no tardaba. Llegó a la playa con la cosecha justo en el medio tiempo del partido, sus hijos rodearon la lancha para ayudarle a sacar los pescados y las herramientas de pesca. Después el árbitro llamó a los jugadores a continuar con el partido.

Doña Magdalena, siempre con su sonrisa, pidió hablar antes con su marido, a ver si se animaba a declarar algo. Habría que dejar la plática para el día siguiente. Fue imposible, es notorio que Raúl Hurtado quiere enterrar el tema y se negó rotundamente a hablar de él. “De veras, ya no quiero problemas, gracias, pero disculpen, ya no quiero problemas”.

Delgado, amable y con la típica cara curtida por el sol y dibujada por ampliar líneas de expresión, pidió disculpas y se despidió con su mano derecha llena de pintura azul. El es pintor cada vez que tiene oportunidad, el resto de su tiempo lo dedica a pescar, como siempre. El pescador se retiró a la parte trasera de la palapa.

Según declaró Raúl Hurtado en la última entrevista concedida a Imagen, no conoce el motivo de su segunda detención, cuando pasó 11 meses en la cárcel. “Tengo entendido que el joyero había pedido la devolución de las piezas, como a él no lo agarraron y yo estaba trabajando, me detuvieron y tuve que purgar la pena”, declaró en aquella ocasión. Su proceso fue llevado hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) hasta que finalmente fue absuelto de cualquier cargo.

Desde su postura, la de un pescador que sale al mar cada mañana a buscar el sustento de su familia para ese día, asegura que el tener en las manos un valor encontrado bajo del mar, no suponía la causa de un delito cometido en contra de la nación: “No tenía conocimiento de si estaba cometiendo algún delito, o si me iban a meter a la cárcel porque tomé ese tesoro”, aseguró don Raúl Hurtado.

Después recibió algunos apoyos, una lancha, por ejemplo, y hace poco tiempo recibieron material para construir su casa por parte de la diputada Carolina Gudiño, pero sólo eso, la familia Hurtado vive “al día”, de la pesca y trabajos temporales.

“Después a raíz de eso fue que a él lo ayudó el gobierno, pero sí, de que están fregados, están fregados, porque hubo un tiempo en que era pulpero el hombre, después de haber tenido todo, se quedó sin nada. Aquí desafortunadamente todo eso era de la nación por eso lo aprehendieron y luego otra vez pero no se sabe el motivo. Pero a raíz de eso el sigue siendo pescador”, comenta Miguel Campoamor.

El Campechano no convivía con demasiado Raúl Hurtado, no mas allá de saludarse y verse seguido por su trabajo, porque ambos eran pescadores. Él ya no se dedica a la pesca, un oficio que, igual que El Pescador, ejerció durante toda su vida. No puede señalar una fecha exacta del hallazgo, pero sí recuerda ciertas cosas, como una conversación sobre el momento en que aparecieron las alhajas: “Fue en Punta Valiente donde encontraron ese tesoro, según él dice que cuando estaba pulpeando vio que brillaba y metió el gancho y ahí estaban los lingotes, todo regado y amontonado todo, ahí fue donde empezó a escarbar y a mover”.
¿Más tesoros?

Con base en su experiencia, el Campechano considera que la historia de Las Joyas del Pescador podría ser sólo la punta del iceberg, pues ha habido “varios hundimientos” que los pescadores-buzos han constatado en lugares cercanos a la costa del Puerto de Veracruz y en otros no tan cercanos.

“Es como aquí, hay un lugar frente a lo que se llama Monte Negro, hay varios hundimientos, se supone que son unos galeones, están en un lugar que se llama La Diabla. Allá hemos ido a bucear y se ve que es un galeón, nada más que está virado. Para entrar ahí hay que descolgarlo primero. Pero hay muchos naufragios ahí, hay muchos hundimientos”.

Es posible que el caso del pescador Raúl Hurtado sirva para que otros pongan sus barbas a remojar. Porque lo que dice Miguel Campoamor podría dar pie a nuevos hallazgos, incluso, se refirió a uno del que prefirió no dar mas detalles, “no vaya a ser…”

“Por allá en un lugar que se llama Villa Rica, delante de Laguna Verde, ahí también hubo unos individuos que también sacaron joyas, eso porque un amigo me comentó eso pero no te sabría decir…mejor no decimos quién, no vaya a ser que después haya problemas. Fue allá en Villa Rica, frente al cerro del Metate, que es una zona arqueológica que está casi frente al mar”.

El Pescador no ha ido al Baluarte de Santiago a admirar la exposición, para hacerlo tendría que pagar 39 pesos.

Las Joyas, que se exhiben en el Baluarte de Santiago ya recorrieron la Unión Europea y fueron llevadas a Monterrey antes de colocarlas donde se encuentran hoy en día.

Roberto García Moll, ex director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) declaró sobre el tesoro: “Las joyas son, por una parte, testimonio claro de envíos realizados a la corona en las naves que partían del Puerto de Veracruz con rumbo al Viejo Continente, pero fundamentalmente nos indican el desarrollo de las técnicas de producción aplicadas a la fundición de metales y el depurado arte de los orfebres en el México prehispánico”.

El tesoro contiene un escudo de guerra, “chimalli” que es la pieza más representativa, barras y pendientes de oro. La manufactura de las joyas es similar a la Tumba 7 de Monte Albán, en Oaxaca.

Las Joyas pertenecen a la cultura Mixteca, esto se deduce porque están trabajadas con las mismas técnicas. Se utilizaban moldes de carbón con los que se diseñaban y creaban elementos para fundir metales preciosos.

2 comentarios:

enreverado dijo...

Hijole Rodriguito, yo creo que esta es la mejor entrada que te he leído... bueno, el mejor primer párrafo pues.
Planteaste la ironía, injusticia y corrupción de la forma más sútil...
No cabe duda que hay más en esa cabecita tuya de lo que muchos sabemos...
Otro beso.

Alejandro Velasco dijo...

Pues aunque parezaca un cuento, es verdad todolo que elamigo comentó, y lo que da mas coraje es la forma en que trataron al descubridor de estos tesoros, que lastima.