domingo, 26 de septiembre de 2010

Huracán Karl cambió para siempre La Antigua y Paso de Ovejas



Hay una pequeña zona de unos 4 kilómetros a la redonda, entre los municipios de La Antigua y Paso de Ovejas, donde el huracán Karl entró de lleno con sus vientos y el fatal golpe de agua nocturno. El éxodo definitivo de comunidades enteras es inminente.

Dos corrientes de río se nutrieron de las aguas soltadas por Karl en las zonas altas del estado y encajonaron a estas pequeñas comunidades cuya economía se sustenta en la agricultura.


El daño, afirman, no es solo el que hoy se nota al recorrer las calles y casas devastadas. La evidente crisis humanitaria que padecen los damnificados amenaza con extenderse durante meses, pues Karl les arrancó también su modo de ganarse la vida.


En la comunidad de Carretas, Paso de Ovejas, enclavada a orillas del río La Antigua, fue donde "reventó el agua" hacia los demás caseríos. El torrente llegó a La Ceiba, El Faisal, el Mano, Tamarindillo y El Salmoral.


La Vívora libró la tragedia y hoy está convertida en un gran albergue. Esa comunidad sobresale sobre las demás y es privilegiada con vistas hacia el valle surcado por las aguas de los ríos La Antigua y Chiquito (o río Paso de Ovejas).


A esa población de unos 400 habitantes, llegaron de golpe otros 2 mil, es decir, 600 personas menos de las que se albergaron en el World Trade Center de Boca del Río. Ahí, una despensa es un objeto codiciado por cientos de personas.


Al momento de la huida hacia La Vívora -narra el agente municipal, Roberto Lagunes Rivera- solo habían 250 despensas. La sicosis y desesperación se instalaron desde el pasado viernes en la noche.


Voluntarios reciben hasta 15 personas en sus casas y las alimentan con recursos propios. Hay también pequeños albergues donde la gente se ha organizado y las despensas que llegan, en su mayoría son donadas por la sociedad civil.


Ahí arribaron los vivos y también los muertos, porque ahí está el único panteón de la zona que no se inundó, según narran los habitantes de El Salmoral, municipio de La Antigua.



Ropas entre los cañales


En comunidades rurales como estas, ver ropa tirada entre los cañales puede significar que unos adolescentes buscaron refugio para amarse, que algún cortador embrutecido por el calor olvidó sus prendas o que alguna mujer fue ultrajada.


Hoy significa que el agua entró prepotente a todas las casas y se llevó la ropa para botarla a kilómetros de distancia.


El molesto proceso de quema de los cañales después de cada zafra ocurre porque sus raíces son demasiado fuertes para el hierro humano. Karl arrancó de raíz toda la siembra de los productores.


Hoy los campesinos tienen la leve esperanza de que el líder de la CNC, Armando Carrillo y de la CNPR, Doroteo López Rivera, agilicen el pago del deducible de la zafra 2010, en la que se les abonó la tonelada de caña a mas de 640 pesos y luego el precio rebasó los 700.


"Es para diciembre ese pago" dice don Casimiro García Vázquez, productor damnificado de El Mango, "pero queremos que nos los adelanten" y se dijo esperanzado en que los mencionados líderes se responsabilicen de liberar esos recursos.


Tanto el alcalde de La Antigua, Aureliano Domínguez Moreno, como el de Paso de Ovejas, José Luis Palmeros Sarmiento, son maldecidos por sus gobernados por su incapacidad para encabezar la reconstrucción de esos municipios.


Los citados líderes cañeros están involucrados en un fraude multimillonario de la caja de ahorro del ingenio El Modelo.


En El Mango no tienen fuerzas ni herramientas para remediar los daños, tampoco saben cómo hacerlo. Están enfermos de la piel, sufren de temperatura y hambre. Se ven deprimidos. La solución es dejarlo todo e irse de ahí, dijeron don Casimiro y doña Judith Anelli, al tiempo que eran respaldados por las exclamaciones de otros compañeros de tragedia.






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