Por única vez en el año, había más personas con vida que sin ella en el camposanto. Unos acompañaban a sus muertos y otros se ganaban la vida vendiendo comida impregnada de polvo de panteón, en el fresco y ventoso 2 de noviembre que se “vivió” en el puerto jarocho.
A las 11:13 de la mañana, la marimba comenzó a entonar “amor eterno” en el abarrotado Panteón Jardín de la Ciudad de Veracruz. 50 metros más adelante, el mariachi consolaba a los familiares de un difunto diciéndoles que “la vida es un sueño”.
“¡Cuando me muera no voy a llevarme nada!” cantaba una voz quebradiza sobre las tumbas, y afuera del Panteón Jardín los vendedores lanzaban agrias quejas contra el ayuntamiento que se dio vuelo cobrándoles “por metro” de banqueta para vender comida y flores.
364 pesos pagó por cada metro una señora dedicada a vender flores, que se reservó su identidad “porque desgraciadamente soy roja”, aludiendo a su afinidad al PRI, y advirtió, jocosa, que “¡Jon (Rementería, alcalde) se está pasando de lanza!” con las cuotas impuestas por su administración.
El mismo sentir se encontraba en cada puesto de vendimia, y aunque el mariachi dijera que al morir “nomás me voy a llevar un puño de tierra”, los comerciantes informaban a los reporteros sobre las tarifas arbitrarias que habían pagado al municipio de Veracruz, lo cual ya les había asegurado irse a casa con mucho menos dinero de lo que esperaban.
Pagaron cuota todos: la señora de las cocadas, la de los esquites, la de las flores, la de los cocos y caña de azúcar, la de los chiles rellenos y atole, la de los cacahuates y hasta el de la bicicleta que vendía “agua limpia” para los arreglos florales de las tumbas.
Fue un lunes tranquilo en la ciudad y agitando en la morada de los difuntos. Mientras en el zócalo y otras zonas conflictivas el tráfico fluía con rapidez, un agente de tránsito se quejaba de su brazo entumido de tanto hacer la señal de “avance” desde las 7 a.m. afuera del panteón, ante la burla de los franeleros que se dieron cita.
Hoy todo seguirá igual. Las tumbas, apretadas bajo el acecho de la hierva, los muertos a descansar y los vivos a “darle gusto al gusto” porque “la vida pronto se acaba”.
lunes, 2 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
...que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son...
Que bonito!!!
Estuve ahí y la esencia de tu crónica, lo describe mejor para los que solo caminamos por el panteón, sin escuchar ni mirar a nuestro al rededor...
Felicidades!**
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